Jukat: La vaca (casi) perfectamente roja

Parashat Jukat por Rav Ilan Rubinstein

He aquí el estatuto de la ley que dispone el Eterno. Di a los hijos de Israel que traigan una vaca perfectamente bermeja sin mácula alguna y sobre la que no se haya puesto yugo (Bamidvar 19:2)

En el comienzo de nuestra parashá se especifica la ley de la vaca bermeja. Quien se había impurificado por entrar en contacto con un muerto sólo se purificaba a través de un ritual en el cual, entre otras cosas, se le vertía agua con las cenizas de esta vaca perfectamente roja.

No entraremos en el detalle de explicar el por qué de cada uno de los requerimientos de esta mitzvá y la causa y consecuencia que no parece tener ninguna relación. Ya explicaron nuestros sabios que por ser una ley de tipo “Jok” es muy difícil conocer su lógica.

Sin embargo nos detendremos en un detalle de esta ley que a primera vista contradice la literalidad del texto. La Torá nos habla de una vaca perfectamente bermeja, por lo cual entendemos que no debe tener ni siquiera un pelo de otro color que no sea el rojo, pero he aquí que la ley explica que este requerimiento permite una “pequeña imperfección”, si la vaca tuviera dos pelos de otro color sería inválida. De aquí se desprende que un solo pelo de otro color no invalida legalmente a la vaca y esta es reconocida como una vaca perfectamente bermeja.

¿A qué se debe que esta pequeña imperfección no se considere tal?

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía una grieta, la otra era perfecta.  Al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, la vasija rota sólo conservaba la mitad del agua mientras que la perfecta contenía todo.

Durante dos años completos así fue diariamente. Desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para el fin que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.

Un día, la tinaja quebrada rompió el silencio y le habló al aguatero: “Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mi grieta sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir”.

El aguatero le dijo compasivamente: “Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino 

Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo del trayecto, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.

El aguatero le dijo entonces: “¿Te has dado cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino?”.

En el medio de esta parashá muere Miriam y desaparece el pozo de agua milagroso que acompañaba al pueblo en su trayecto por el desierto y la gente viene a quejarse a Moshé y Aharón por la falta del vital líquido.

D-os le ordenó a Moshé y Aharón que le hablaran a una determinada roca para que diera agua, sin embargo Moshé le pegó dos veces con su vara e igualmente la piedra dio agua. D-os le pidió que hablara y no que le pegara, esta mínima diferencia generó un castigo muy severo a Moshé y Aharón, ellos ya no entrarían a la tierra de Israel.

¿Qué tiene que ver este suceso con la ley de la vaca perfectamente bermeja? Quizá la Torá nos quiere enseñar desde el comienzo mismo de la parashá que tengamos cuidado cuando juzgamos a los individuos. Con gran facilidad criticamos y decretamos la culpabilidad sobre las personas. Casi instantáneamente convertimos al héroe en villano. Pensamos que nosotros hubiéramos actuado mejor.

La Torá nos enseña que no existe nada perfecto a excepción de D-os, no hay un animal perfectamente bermejo, pero a ese único pelo de otro color la Torá lo llama perfección. No hay hombres perfectos, ya que errar es humano. Moshé tuvo un solo error, le pegó a la piedra en lugar de hablarle, pero un hombre que ha tenido un solo error en su carrera de líder con justicia lo podemos llamar un hombre perfecto. Moshé tuvo una grieta pero incluso su error le permitió al pueblo tener nuevamente la bendición del agua. Por su grieta se escapó el agua que sació la sed del pueblo.

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