Artículo: Somos el próximo capítulo del Tanaj


Por Uriel Edery

Nos explican nuestros sabios que la Haftará, la porción de los profetas leída luego de culminar la lectura de la Torá, debe mantener una relación con la parashá. Muchas veces esa relación es a nivel de contenidos, otras veces el punto en común es el tipo de lenguaje utilizado, incluso muchas veces encontramos que la relación Parashá – haftará existe solo por un término particular que se encuentra en ambas.

La analogía entre nuestra Parashá y nuestra Haftará es muy clara. En ambas se describen ciertas características de la relación entre Yaakov y Esav (en la Haftará no se hará referencia a los hermanos, sino a los pueblos descendientes de ambos – Israel y Edom). De todos modos cabe preguntarse cuál es el mensaje que se desprende de la especial relación entre Haftará y Parashá.

A nivel exegético es sabido que cada vez que en el Tanaj se abre cierto “círculo” éste no permanece abierto sino que en algún momento se cierra. En nuestra Parashá parece que se cierra el círculo de la relación entre Yaakov  y Esav. Luego del sorprendente encuentro entre los hermanos, cada uno parte en paz hacia su lugar y aparentemente así culmina esta relación fatídica. En cambio la Haftará nos demuestra que esto no es así. La relación entre ambos hermanos no culmina sino que reencarna en la descendencia de ambos.

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Esav no es simplemente el hermano de Yaakov, sino que además representa las fuerzas oscuras existentes en el mundo. El profeta Ovadiá culmina su profecía afirmando que “Ascenderán los libertadores al monte de Tsión, para juzgar al monte de Esav. Y será para Hashem el reinado.” De acuerdo al exégeta Radak este versículo hace alusión a la liberación mesiánica del pueblo de Israel. Esto nos demuestra que el conflicto entre ambos hermanos comienza en el vientre materno y se extiende hasta las postrimerías de la Historia.

Según nuestros sabios, nos encontramos en una época de redención, en donde la luz y la oscuridad se encuentran mezcladas. Ésta es la época a la que se refieren nuestros profetas, entre ellos Hovadiá. Es en nuestros días en los cuales la lucha entre Yaakov y Esav llega a su fin. Nos relata nuestra Haftará que “Será la casa de Yaacov: Fuego. Y la casa de Yosef: Llama. Y la casa de Esav: Hojarasca. Arderán en ellos y los consumirán Y no quedará sobreviviente para la casa de Esav, — Pues Hashem ha hablado —.”

El modo de luchar contra la oscuridad no es aplicando una fuerza mayor, ya que esto traería más oscuridad, sino que encendiendo una luz. Humildemente creo que el profeta Ovadiá no se está refiriendo a un fuego material, sino a una llama espiritual. Esa es la llama de la Torá, esa que ilumina nuestras vidas y que disipa la oscuridad.

En estos días es que culmina la lucha entre los hermanos. En esta generación somos nosotros los guerreros encargados de llevar a cabo esta lucha. Cuál es nuestra arma? La luz de la Torá.

Es debido a todo esto que con orgullo y responsabilidad podemos afirmar- Somos el próximo capítulo del Tanaj.

Shabbat shalom umeboraj!

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