En esta ceremonia se reconoce cómo todos los niños que pasaron por el holocausto fueron privados de su infancia. Aquellos elementos tan presentes en la vida de nuestros alumnos como la risa, el juego y el calor humano fueron intercambiados por el sufrimiento, el miedo y el odio. También se menciona como muchos de ellos mostraron grandes actos de valentía, que gracias a estos granatizaron su sobrevimiento y el de sus familiares.