Artículo: Vivir del modo Judío

Rav SacksCartas para la próxima generación – Carta 7

Por: Rav Lord Jonathan Sacks. Todos los derechos reservados ©

 

EN MI ÚLTIMA CARTA, les conté algunas de las cosas que el Judaísmo me enseñó sobre la vida. En esta, quiero compartir con ustedes algunas de las cosas que la vida me enseñó sobre el Judaísmo.

orgullo judioNunca jamás se sientan avergonzados de ser Judíos. Nuestra gente ha sobrevivido a tanto y ha contribuido con tanto, que deben ver el ser Judío como un gran honor y una gran responsabilidad.

• Algunas personas miran con desprecio a los Judíos: siempre lo han hecho. Por lo tanto, debemos caminar con la frente en alto para forzarlos a mirar hacia arriba cuando quieran ver nuestro rostro.

Nunca renuncien a sus principios a causa de los demás. No renuncien a la kashrut ni a ninguna otra práctica Judía por encon­trarse con personas que no son Judías o con Judíos no religiosos. Las personas que no son Judías respetan a los Judíos que respetan el Judaísmo y se sienten avergonzados de los Judíos que se avergüen­zan del Judaísmo.

Nunca menosprecien a nadie. Nunca piensen que ser Judíos implica menospreciar a los gentiles. Porque no lo implica. Nunca piensen que ser un Judío religioso les da derecho a menospreciar a aquellos que no lo son. No les da derecho. De acuerdo con la Torá, el más grande de los Judíos, Moisés, también era “la persona más humilde en la faz de la tierra”. La humildad no equivale a auto de­gradarse. La verdadera humildad es la capacidad para ver lo bueno en los demás sin preocuparse por uno mismo.

Nunca dejen de aprender. Una vez conocí a una mujer de 103 años que aún conservaba su juventud. Le pregunté cuál era su secre­to, y me respondió: “Nunca temas aprender algo nuevo”. Entonces, me di cuanta que el aprendizaje es la verdadera prueba de la edad. Si están dispuestos a aprender, pueden tener 103 años y aún ser jó­venes; pero si no, pueden tener 23 años y ya ser viejos.

balanzaNunca confundan la rectitud moral con la superioridad moral. Parecen similares pero, de hecho, son opuestos. El recto ve lo bueno de las personas, el que se cree superior ve lo malo; el recto los hace sentir más grandes, el que se cree superior los hace sentir pequeños; el recto elogia, el que se cree superior critica; el recto es generoso, el que se cree superior es reticente y prejuicioso. Una vez que sepan diferenciarlos, aléjense del que se cree superior, que viene en todas las formas, de derecha o de izquierda, religioso o secular. Gánense el respeto de las personas que ustedes respetan e ignoren a las de­más.

Cada vez que tomen un mitzvá, deténganse y háganlo a con­ciencia. Cada una de las mitzvot tiene como fin enseñarnos algo, y vale la pena hacer una pausa y recordar qué es. El Judaísmo mecá­nico no es bueno para el alma.

Cada vez que recen, reflexionen cuidadosamente acerca del significado de las palabras. Recuerden también que cuan­do lo hacemos, somos parte de una sinfonía coral de cuatro mil años, conformada por las voces de todos los Judíos de todos los países a lo largo de los siglos que han pronunciado esas palabras. Algunos rezaron mientras sufrían, otros cuando se enfrentaban al exilio y a la expulsión, e incluso algunos en los campos de concentración. Son palabras santificadas por las lágrimas, pero ahora las decimos en libertad. Las plegarias de nuestros ancestros se hicieron realidad en nosotros. Por lo tanto, nuestras oraciones los honran a ellos y a D-s, porque sin ellos, nosotros hoy no seríamos Judíos, y si nosotros no continuásemos su tradición, sus esperanzas habrían sido en vano.

No se preocupen si no pueden mantener el ritmo de la con­gregación. Una palabra del corazón vale más que cien dichas sin entender o sin reflexionar.

suscribeteEstén siempre dispuestos a compartir su Judaísmo. Durante el Shabat o las fiestas, tengan invitados en sus casas. Una vez por semana, estudien con personas que saben menos que ustedes. La di­ferencia entre los bienes materiales y los espirituales es la siguiente: con las cosas materiales –como la riqueza o el poder –cuanto más compartan, menos tendrán. Con las cosas espirituales –como el co­nocimiento, la amistad o las celebraciones –cuanto más compartan, más tendrán.

Nunca se impacienten con los detalles de la vida Judía. D-s vive en los detalles. El Judaísmo se trata de la poesía de lo común, de las cosas que, de lo contrario, daríamos por sentado. La ley Judía es la coreografía sagrada del día a día.

D-s vive en el espacio que le hagamos. Cada mitzvá que rea­lizamos, cada oración que rezamos, cada aprendizaje que logramos son formas de hacerle lugar a D-s.

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