Lej Lejá: No todo en la vida es dinero

Por el Rabino Ilan Rubinstein

“Y los hombres de Sodoma eran malos y pecaban gravemente ante el Eterno”

(Bereshit 13:13).

Por naturaleza los hombres tenemos diferencias. A veces esas diferencias son salvables y a veces ameritan una separación para lograr la paz.

Abraham y su sobrino Lot regresaron de Egipto con mucho ganado. Los pastores de ambos se trenzaron en una dura disputa por las tierras para alimento del ganado. Abraham, con sabiduría, supo detener a tiempo esa pelea. Le dio a elegir a Lot el lugar para apacentar su ganado, “¿Acaso toda la tierra no está delante de ti? Sepárate ahora demí, si tú eliges ir a la izquierda yo iré a la derecha y viceversa”( 12 Bereshit 13:9.).

 “Lot vio hacia el horizonte y observó la zona del Jordán que era de abundante regadío, como el jardín del Edén, como la tierra de Egipto”( Bereshit 13:10).

Lot marchó hacia allí y estableció sus tiendas hasta el territorio de los sodomitas. La Torá testimonia que los hombres de Sodoma eran malos y pecaban gravemente contra el Eterno. Rashí explica que los sodomitas tenían las dos peores características, eran malos con sus semejantes como la generación del diluvio y eran perversos con D-os como la generación de la Torre de Babel.

¿Acaso Lot no se dio cuenta de esa realidad y el riesgo que esta cercanía pudiera causarle a su integridad espiritual y física?

El otorrinolaringólogo José Corruptela sale de vacaciones y deja a su reemplazante de guardia.

–Si llama el Sr. Torres le recetas unas gotitas. Si llama la Sra. Sepúlveda le das los siguientes calmantes…

Cada paciente fue considerado según su problema y el doctor de guardia sabía de antemano qué tratamiento aplicar a cada uno.

A los pocos días llama el Sr. Torres al consultorio y lo comunican con el reemplazante.

–Dr. me duele mucho el oído.

–No se preocupe, cómprese las gotitas Oidín Sanum y se le va a pasar.

A los dos días vuelve a llamar el paciente.

–Dr., ya no aguanto el dolor, ni las gotitas me lo quita.

–Bueno venga a verme hoy a la tarde.

A las 4:00 p.m. puntual llegó el Sr. Torres.

–Déjeme revisarlo y veremos qué podemos hacer por usted… Ahaa… usted tiene un gran tapón de cera en el oído izquierdo.

Con un simple procedimiento saca el tapón y el Sr. Torres se va aliviado y feliz.

Cuando regresa el Dr. de sus vacaciones, el reemplazante le pasa el reporte.

–Estuvo tranquila la semana, sólo el Sr. Torres se reportó por un insistente dolor.

–¿Le recetaste las gotitas?

–Sí, pero como el dolor persistía me vino a ver.

–¿Y…?

–Tenía un tapón de cera y se lo quité. Eso es todo.

–¿Eso es todo?, –le dice enojado– ¿tú crees que yo no sabía que tenía un tapón de cera?, ¿y ahora quién va a venir a verme y pagar la consulta?

Lot conocía perfectamente el riesgo, pero su ambición económica estaba por encima de estas consideraciones. De regreso de Egipto se convirtió en nuevo rico, prefirió el dinero a la compañía de su tío Abraham quien lo había criado y educado. Cuando Abraham le ofreció separarse, Lot debería haber reflexionado y rechazado la oferta, aunque eso hubiera mermado un poco su nivel económico.

No todo en la vida es el dinero y menos ante un riesgo semejante. Su permanencia en Sodoma terminó dejando a Lot en la miseria cuando la ciudad fue destruida por D-os. No sólo perdió sus bienes materiales, más importante, perdió a su esposa quien murió calcinada cuando huían de allí.

Algunos llaman a este dilema, una lucha de valores, “el dinero contra el bienestar espiritual”. El error es obvio, no es un dilema de valores, ya que el dinero es sólo una necesidad, no un valor. Cuando definimos al dinero como un valor tergiversamos la realidad y podemos causar el peor daño. No pocas personas han sido asesinadas por resistirse a un asalto, cambiaron el valor de la vida por una mera necesidad.

Los problemas de antaño siguen teniendo vigencia en nuestra generación. Peor aún, explica el Rab NóajWeinberg  el éxito material ha sido confundido con el éxito humano. Si tienes dinero eres un buen esposo, un buen padre, porque les das a los tuyos lo que necesitan. Si no tienes dinero, eres un fracaso como esposo o padre.

La desaparición de Sodoma y Gomorra sigue recordándonos la falsedad de estos postulados. El ejemplo de moral y espiritualidad de Abraham debe permanecer vivo en cada uno de nosotros.

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