Por Rabino David Tabachnik

En su edición del 4 de noviembre del 2010, el semanario “Hashavúa”, publicó una nota periodística en la cual relata la experiencia que vivió un grupo de jasidim que visitó la tumba y el beit midrash del gran maestro del jasidismo Rabí Israel de Rozhin, en Bohosh, Rumania. 

Súbitamente entró en la sinagoga una mujer que quería saber respecto al entierro del Sr. Hershl Kashter. Los jasidim salieron a la calle para indicarle a esta persona donde se encontraba el panteón judío, mismo que estaba ubicado al otro lado de esta pintoresca aldea, que otrora fuera un relevante centro Jasídico. 

De pronto llegó al lugar una camioneta y en ella un ataúd. Los gentiles trajeron el féretro, ya que se trataba del Sr Hershl Kashter, el último judío que vivía en Bohosh y sabiendo que un grupo de judíos estaba en la vieja sinagoga de la aldea, vinieron a pedirles que se sumen a ellos, para efectuar el entierro. 

Así, el último judío de Bohosh, Rumania, en el área conocida como Transilvania, tuvo el mérito de ser llevado a Kéver Israel (sepulcro judío) y ser enterrado con un minyán (quórum de 10 hombres judíos mayores de 13), acorde al ritual de nuestro pueblo. Hershl Kashter, de 74 años de edad, el último judío de Bohosh, carecía de familia y vivía solo. Los aldeanos supieron contar que su madre lo juramentó que sólo se casaría con una mujer judía, y ésta fue la causa por la cual él jamás hubiera contraído matrimonio. 

Uno de los jasidim dijo en el hésped (eulogía que se dice en el entierro), que en virtud a la lealtad que manifestó a la demanda de su madre y a la tradición de sus padres, es que tuvo el privilegio de ser inhumado en un funeral judío.

Publicado en el libro “Por los caminos de la eternidad” del Rabino David Tabachnik, reproducido con el permiso del autor.

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