Por: Dr. Yitzhak Calafi, La visión histórica de la Parasha
En este interesantísimo artículo el Dr. Calafi nos revela una de las mayores contribuciones del judaísmo para el progreso de la humanidad. Intrínsecamente relacionado con Rosh Hashana, día en que el hombre empezó a contar el tiempo y pensar sobre su significado, este artículo te dará la inspiración para ser el verdadero dueño de tu destino.
A lo largo de la historia se han dado múltiples interpretaciones religiosas y filosóficas sobre el concepto del tiempo. Aunque aparentemente pueda parecer una cuestión banal, es un tema de enorme complejidad y ha sido, y es, objeto de discusión religiosa, filosófica, y científica.
Grosso modo las distintas culturas del planeta conciben el tiempo de manera cíclica o lineal. En los albores de la humanidad en las sociedades recolectoras, agrícolas y ganaderas, el ser humano observaba el mundo natural y veía que todos los acontecimientos tenían lugar dentro de un ciclo: el ciclo de traslación de la tierra (un año), el de rotación (un día), las fases de la luna y de los diferentes planetas, las estaciones del año; el ciclo del agua; los desbordamientos cíclicos de ríos (Nilo), las mareas del mar; la floración, maduración, la cosecha y deterioro de las especies vegetales; las migraciones de las aves; el ciclo menstrual de la mujer, el ciclo vigilia-sueño, el ciclo de la vida humana: nacimiento, lactancia, infancia, adolescencia, juventud, adulto, madurez, senectud y muerte.
Todo lo que comenzaba, se desarrollaba y moría, y el proceso se repetía constantemente, eso llevo a pensar a los seres humanos que el tiempo era circular. A partir de la contemplación de los ciclos de la naturaleza, se llegó a la conclusión que todo lo existente se mueve en un movimiento cíclico repetitivo permanentemente, es el concepto del Tiempo Cíclico.
Los mitos fundacionales de todas las sociedades ágrafas, sin escritura, y todas las civilizaciones y religiones consideraron el tiempo y el fluir de las cosas y de los seres desde una perspectiva cíclica, de tiempo circular. En ellos permanecía la creencia de que todo lo vivido ya había sucedido anteriormente y volvería necesariamente a repetirse, la vida misma se transformaba en un eterno retorno del tiempo en estructuras que funcionaban y se organizaban principalmente de acuerdo a bases rituales y religiosas. El hombre primitivo no hace más que repetir infinitamente los actos ejemplares y paradigmáticos y a la realidad se le accede por repetición y participación. El hombre vive en un atemporal continuo presente en la medida en que solamente repite el acto modélico del arquetipo, es el eterno retorno. Todas las civilizaciones y culturas creyeron que el tiempo era circular, todas excepto una, la judía. [1]
Los primeros helenos, como los egipcios, los mayas, los hindúes, pensaban que el transcurrir del tiempo fluía desde el caos hacia el cosmos, para posteriormente retornar al caos, y así sucesivamente, en un eterno ciclo en el que todo lo que nace, degenera, y vuelve a nacer, repitiendo el ciclo, en que cada final era la causa del comienzo de un nuevo suceso. Ante un concepto de tiempo cíclico la supervivencia depende de la sincronización de la actividad humana con los ciclos de la naturaleza. Esta percepción del tiempo imprime un carácter “conservador” a la cultura, a los individuos y al sistema y estructura social. La función de cada humano y generación humana es la de repetir las pautas de comportamiento, los hábitos, tradiciones y valores éticos de las generaciones precedentes. Innovar, separarse, discrepar, cuestionar, criticar los valores imperantes rompe la armonía del devenir del tiempo cíclico, actitud que se rechaza totalmente.
Una vez que se acierta el encaje entre la actividad humana y los ciclos de la naturaleza, las generaciones tienen que seguir la tradición de sus antecesores. La supervivencia del sistema social depende de que se siga la tradición. Estas culturas perciben el paso del tiempo con una gran lentitud, este fluye lentísimamente, la estructura social no se cuestiona, ni los valores imperantes. Por lo que el ser humano tiene que obedecer, adaptarse y cumplir con la función marcada por el ciclo y con los valores dominantes. Todavía actualmente muchas culturas perciben el paso del tiempo con una gran lentitud en la que “el tiempo casi no discurre”, cada fase del ciclo actual es una repetición casi idéntica de la misma fase del ciclo anterior, generando una actitud inmovilista y fatalista de la vida. Bajo esta percepción del tiempo cíclico el ser humano no tiene iniciativa ni libertad, sólo le queda obedecer, adaptarse y cumplir la función prefijada por el ciclo y el eterno retorno.
La concepción del tiempo en el judaísmo es lineal y no hay en absoluto tiempo cíclico, lo que causará la modernidad al incorporar en el pensamiento humano el concepto de tiempo lineal progresivo: el tiempo es como una flecha en que tiene un origen y una dirección. No se volverá a repetir ningún acontecimiento del pasado. El ser humano tiene libertad e iniciativa para crear su futuro. El futuro dependerá de cómo actúe el ser humano. El futuro no está escrito, está en las manos del hombre. La Torá explica que el Eterno asegura al ser humano que no volverá a provocar ningún diluvio universal más: “Estableceré Mí Pacto contigo: que no será más exterminada toda carne por las aguas del diluvio, no habrá más diluvio para destruir la tierra”. [Bereshit 9:11].
El estudio de los acontecimientos históricos y sus causas permite progresar espiritual y materialmente. El judaísmo niega la posibilidad de un tiempo cíclico. La creación del hombre, su expulsión del Paraíso, el Diluvio Universal, la esclavitud y salida en Egipto, Pesaj, la travesía por el desierto, el man, la entrega de la Torá y de los Mandamientos y otros tantos son hechos únicos, irrepetibles y dan sentido a la existencia humana en general y del pueblo de Israel en particular. Tenemos la obligación de recordar, (169 veces está escrito en el Tanaj el verbo zajor en sus diversas flexiones, generalmente con Israel o con D-s como sujeto) la historia de nuestro Pueblo pudiendo ver como el Eterno nos ayuda, educa, protege y bendice.
En el judaísmo el cumplimiento o no de estos (mitzvot y mandamientos) está en manos de cada uno, por lo que el futuro no puede ser una repetición de tiempos pasados. El tiempo lineal permite el mejoramiento a nivel ético, pues no hay determinismo en el comportamiento y el ser humano tiene que asumir su responsabilidad sin poder delegarla en una repetición cíclica o destino. En los helenos la noción de cambio y permanencia estuvo influenciada por el contacto cultural, principalmente con el pueblo judío. Con la consolidación del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano se impondrá con fuerza en todos los estamentos y miembros de la sociedad la concepción de tiempo lineal judía que será fundamental para las bases de Occidente y la idea de progreso [2].
Nobert Nisbet en La idea de progreso afirma que “… la idea de progreso es característica del mundo occidental. Otras civilizaciones más antiguas han conocido sin duda los ideales de perfeccionamiento moral, espiritual y material, así como la búsqueda, en mayor o menor grado, de la virtud, la espiritualidad y la salvación. Pero sólo en la civilización occidental existe aparentemente la idea de que toda la historia puede concebirse como el avance de la humanidad en su lucha por perfeccionarse, paso a paso, a través de fuerzas inmanentes, hasta alcanzar en un futuro remoto una condición cercana a la perfección para todos los hombres,…”
Nobert Nisbet atribuye también la idea de progreso a filósofos griegos y romanos, así como pensadores cristianos, mayormente Agustín de Hipona, omitiendo que la base teológica de estos respecto al concepto de progreso y perfeccionamiento moral procede del judaísmo [3].
El concepto lineal del judaísmo ha presentado, y presenta, grandes ventajas como libertad, responsabilidad, originalidad, creatividad del individuo, ya que éste deja de ser mero repetidor de las costumbres y hábitos heredados. El hombre se ha liberado del pasado de sus ancestros ya que no está obligado por el destino a repetir el pasado, y esto le permite liberar su potencial creativo y con facultad de proyectarlo hacia el futuro, ya que el futuro no tiene porqué ser idéntico al pasado, puede crear el futuro. El concepto de tiempo lineal posibilitó la liberación en el hombre su potencial creativo, habilidades y capacidades, lo libertó de la losa del pasado. Los judíos siempre y en todos los tiempos han destacado proporcionalmente mucho más que el resto de pueblos y naciones en todas las áreas del saber, pensamiento, ciencia y tecnología en todas aquellas las sociedades en las que han vivido y se les ha dado libertad para manifestar su potencial creativo e intelectual.
La concepción cristiana del tiempo, en la medida en que está vinculada a la noción de la Creación es absolutamente deudora de la concepción judía y del pensamiento heleno y manifiesta y expresa esta tensión entre ambas concepciones del tiempo. En Europa cuando los individuos se liberaron del corsé ideológico impuesto por las Iglesias eclosionó grandemente el progreso científico. Bajo el rígido control eclesiástico, Europa estuvo sometida al oscurantismo, contrariamente al pueblo judío que nunca fue pobre intelectualmente cuando sus miembros siguieron la Halajá. [4]
La percepción lineal del tiempo confiere una gran responsabilidad al ser humano al sentirse libre para crear su futuro pudiéndole causar ansiedad para alcanzar el futuro y el progreso y le hace vivir con una intensidad dramática, al hacer al hombre responsable de sus actos ya que él es quien crea su futuro bajo su única responsabilidad. Bajo esta percepción lineal del tiempo se aceleran los ritmos vitales, se genera una fatiga al no alcanzar el objetivo preestablecido, y la percepción del tiempo es que fluye a gran velocidad, “el tiempo vuela”, se genera una insatisfacción por la falta de descanso.
La Torá ya previó esto por lo que tenemos cada siete días el Shabat, que es una ruptura total con el tiempo lineal. El Shabat y la eternidad son una, o de la misma esencia [5]. El Shabat es un ejemplo del mundo venidero [6], y de acuerdo al Talmud, el Shabat es algo como la eternidad o el mundo venidero. El Shabat es el antídoto perfecto al estrés y ansiedad que puede generar la percepción lineal del tiempo.
El ser humano viviendo bajo el concepto de tiempo lineal se pregunta: “¿Cuál es el sentido de la flecha del tiempo lineal? ¿Cuál y cómo debe ser el futuro? ¿Cómo saber qué dirección seguir? ¿Qué validez tiene el progreso por si mismo? ¿Cuál es el sentido del progreso en sí mismo?
La Torá da la respuesta anticipándose mucho antes que el ser humano haya llegado a estas cuestiones.
“En Rosh Hashaná todas las criaturas pasan delante de Él como miembros de un rebaño…”. [Talmud Babilónico -Rosh Hashaná 16a-]. E día de Rosh Hashaná no es simplemente el comienzo del año sino que también es un día en el cual D-s juzga al mundo, y es por eso que a este día se lo llama también: Iom Hadin. Acorde a una opinión del Talmud, nosotros somos juzgados en Rosh Hashaná porque también Adam, el primer hombre, fue juzgado en Rosh Hashaná [7].
Sin el temor a D-s y a la Torá este progreso puede llegar a ser vacío e insatisfactorio, deviniendo un falso progreso, como lo demuestra el creciente número en Occidente de seguidores de religiones místicas, ante la vacuidad de una vida con bienestar material pero sin contenido espiritual basado en la Torá y amor al Eterno [8]. Para que el progreso sea realmente un verdadero progreso tanto socio-económico, como espiritual, moral y ético, y tanto para el individuo como para la colectividad, tenemos que ser plenamente conscientes que somos, y seremos, juzgados en Rosh Hashaná y podemos aprovechar la posibilidad de forjar un futuro mejor por medio de acciones positivas y elevadas éticamente que impulsen la mejora y progreso socio-económico –tzedaká- como espiritual –mitzvot-.
A diferencia de todas las otras religiones e ideologías, el judaísmo contempla este progreso en toda su dimensión humana, tanto en lo material como en lo espiritual.
LeShana Tova uMetuka Tikatevu veTejatemu
¡¡¡ Que seamos inscriptos para la vida, nosotros y todo Israel!!!
Amén veamén
NOTAS
[1] En el antiguo Egipto no se percibía el tiempo como una magnitud ordenada que transcurriera hacia el futuro, sino como un fenómeno dotado de dos aspectos: la repetición cíclica y la duración eterna (el “neheh” y la “djet”). La sucesión cronológica de acontecimientos la concebían como una sucesión de actualizaciones de arquetipos primordiales. Los hechos y la vida adquieren significado gracias al constante retorno al Sep Tepy (Tiempo Primordial). En la cosmogonía y cosmovisión egipcia, la Vida y el Orden son los dos principios inherentes a la naturaleza misma de la existencia, cuya mutua interacción dinámica y cíclica permite establecer el arquetipo de la Armonía Universal, ese «Divino Orden Celeste» cuajado de estrellas y constelaciones que los egipcios representaban en los techos de las oratorios y templos de sus tumbas y santuarios.http://www.sarasuati.com/concepciones-del-tiempo-del-pasado-y-del-poder-en-el-antiguo-egipto-1%C2%AA-parte/
http://www.sarasuati.com/concepciones-del-tiempo-del-pasado-y-del-poder-en-el-antiguo-egipto-2%C2%AA-parte/
http://www.biblioargentina.org.ar/archivos/adcurso/mer.pdf
http://www.egiptologia.com.es/ART_Egipto_sagrado_egiptologia.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Maat
http://www.egiptologia.com.es/ART_Egipto_sagrado_egiptologia.html
La civilización Maya trabajaba con estructuras complejas que denotaban la característica cíclica del tiempo, como lo eran sus calendarios, El calendario maya cuenta el tiempo desde el 21 de agosto del 3114 antes EC, y finalizaba el 21 de diciembre de 2012 de la EC, terminando así su ciclo de tiempo e inmediatamente comenzando uno nuevo; el calendario maya es cíclico, porque se vuelve a repetir la cuenta de las mismas fechas y mismas series de años.
Este calendario provocó el surgimiento de supersticiones que pronosticaban el Fin del Mundo en el 2012.
http://epistemologia.galeon.com/productos1244700.html
Según el hinduismo, el Ser Absoluto se manifiesta en una Creación de duración limitada que se reabsorbe de nuevo en Él de manera cíclica. De hecho, todo en el universo está sujeto a estos ciclos de tiempo. Es la teoría de los yuga (era), según la cual existen cuatro yugas que juntas se denominan mahâyuga o “gran era” y que, al repetirse mil veces, equivalen a un día del dios Brahmâ (el equivalente aproximado a 4.320.000.000 años de cómputo humano). Este día de Brahmâ o kalpa se inicia con la creación, en la que un universo surge del Absoluto y se generan todas las cosas; termina con la fusión en ese mismo Absoluto, disolviéndose todo tras el proceso de evolución. Viene a continuación la noche de Brahmâ, de igual duración, tras la cual todo vuelve a repetirse. Es la historia del Ser que se desarrolla en ciclos rotatorios.
[http://www.institutodeindologia.com/index.php/articulos/ciencia/75-la-eras-y-el-calendario-hinduEl filósofo Anaximandro de Mileto (610-546 a.EC) afirmaba que existía una multiplicidad de mundos y que a partir del ápeiron.
El Ápeiron, según Anaximandro, es el elemento indefinido, indeterminado, infinito y eterno constituyente de la naturaleza, la razón última de la existencia de las cosas materiales con el que se generan todos los cielos y los mundos que hay bajo ellos. Estos infinitos mundos nacen, duran un tiempo limitado, se disuelven, vuelven a nacer en un movimiento eterno. Del cosmos –orden- se pasa al caos –desorden- y se repite en ciclos hasta la infinidad.
En el Timeo, Platón (427-347 a.EC) expone una cosmología donde aparece su concepción del tiempo cíclico, señalando que “el tiempo es la imagen móvil de la eternidad”.
El tiempo es Platón es una imitación imperfecta de la eternidad, que se revela en la perdurabilidad y el orden; el tiempo es posible en definitiva gracias a los ciclos naturales que se repiten una y otra vez y al perpetuo movimiento circular de las esferas celestes, “para que el tiempo naciera se engendraron el sol, la luna y los otros cinco astros que se denominan errantes, para la delimitación y vigilancia de los números del tiempo”.
[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Tiempo_c%C3%ADclico [3] http://ctinobar.webs.ull.es/1docencia/Cambio%20Social/NISBET.pdfEs bien cierto, como afirma Ludwig Edelstein en su The Idea of Progress in Antiquity, el que muchos pensadores poetas, sofistas, historiadores y filósofos griegos helenos y romanos, como Platón, Zenón el Estoico, Epicuro. Lucrecio, Séneca, eran defensores del progreso, y que Aristóteles se refiere a ciclos en algunos de sus escritos de física y ciencias afines, teniendo una concepción lineal de la historia humana que comenzaba con la humanidad en la etapa de las relaciones de parentesco y proseguía con las aldeas y confederaciones, para alcanzar finalmente el estado político, y estaba plenamente convencido de que la razón y la sabiduría conducirán a un continuo progreso, con la correspondiente expansión del conocimiento, como lo describe en Política.
El tema del perfeccionamiento a través de la acción y el esfuerzo individuales que encontramos en su Ética se asienta claramente, en una concepción de la moralidad que no es estática sino dinámica, en una concepción basada en el progreso del desarrollo. Pero no es menos cierto que no tendrán la fuerza necesaria para implementar a la población en general el concepto de tiempo lineal ni tampoco darán las herramientas para tal progreso, y que el progreso de la colectividad dependerá de la audacia e iniciativa de la de sus miembros constituyentes. El pensamiento de estos pensadores griego-romanos sobre el tiempo lineal no hizo mella en sus sociedades, hasta la implementación del tiempo lineal judío en el Imperio Romano.
[4] El progreso, como bien afirma Nobert Nisbet: “…A nuestro entender, la perspectiva del progreso es usada, especialmente en el mundo moderno, para sustentar la esperanza en un futuro caracterizado por la libertad, la igualdad y la justicia individuales. Pero observamos también que la idea de progreso ha servido para afirmar la conveniencia y la necesidad del absolutismo político, la superioridad racial y el estado totalitario. En suma, casi no hay límite para las metas y propósitos que los hombres se han fijado a lo largo de la historia para asegurar el progreso de la humanidad”. [5] Vita Adae et Evae, 41.1, The Apocrypha and Pseudopigrapha, ed. Charles, II, 151 [6] Otzar Midrahim, p.407, 430, Midrahs en Kad ha-Qemah, Shabat [7] http://judaismohoy.com/article.php?article_id=820La Torá recalca que tenemos que acordarnos del Eterno, nuestro Creador ya en los días de nuestra mocedad, cuando el ser humano está en la plenitud de sus fuerzas y que todo ha de ser dirigido al temor a D-s y el cumplimiento de Sus mandamientos, porque en eso está el hombre íntegro, por cuanto D-s traerá a juicio toda obra, toda cosa encubierta, ya sea buena o mala. Kohelet 12:13-14
[8] “El temor del Eterno es el principio de la sabiduría” [Mishlei 1:7] y hasta que no comprendamos, obedezcamos al Eterno y tengamos un temor reverencial hacia Él no podremos adquirir la verdadera sabiduría que lleva al autentico y verdadero progreso del individuo y de la sociedad: “Y ahora, oh Israel, ¿qué requiere de ti el Eterno tu D-s sino que Le temas y sigas Sus caminos amándole y sirviéndole con todo tu corazón y con toda tu alma, cumpliendo Sus Mandatos y Preceptos que hoy te prescribo para tu bien?… Amarás al Eterno tu D-s, oh Israel. Le servirás y Le seguirás y jurarás por Su Nombre. Él es tu alabanza, tu D-s”, .. Amarás pues al Eterno tu D-s y guardarás siempre Sus leyes, Sus estatutos y Sus preceptos. [Devarim 10:12,13,20,21, y 11:1] . Cuidaré el camino de la integridad. El corazón perverso se alejará de mí. [Tehilim 101]
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