Edith Zelcer: La coordinadora del primer colegio judío en América Latina

Edith Zelcer
Edith Zelcer

Conoce a la Mora que lleva 40 años inspirando a niños judíos en una de las instituciones judías más antiguas de América Latina 

Por equipo de Centro Kehila

El colegio Natan Gesang es uno de los primeros colegios judíos en Iberoamérica y este año cumple 100 años desde su fundación ¿Cuál es el secreto de este colegio? ¿Cómo ha logrado impartir educación judía de excelencia por tantas décadas?

Si preguntas a las Morot del colegio te dirán que es gracias a la coordinadora del área de judaísmo.Esto es lo que dicen ellas de ella:

 “Está  llena de dedicación y pasión para con los chicos, la escuela y la comunidad y su compromiso incondicional. Coordinadoras que siempre ayuda al crecimiento personal y profesional de cada docente”

Pero si le preguntas a la coordinadora ella te dirá que lo que hace especial al colegio es justamente el Tzevet (el equipo).

Nuestra experiencia en Centro Kehila nos dice que el secreto de un colegio como Natan Gesang es la relación especial entre coordinadora y las Morot.

Este mes tenemos el gran honor de nombrar a una coordinadora muy especial, una Mora que tiene una trayectoria de 40 años en una de las instituciones judías más antiguas de América Latina, esta es la Mora Edith Zelcer del colegio Natan Gesang.

Hola, Edith, te agradezco muchísimo por la oportunidad de entrevistarte. Antes que nada, cómo están pasando esta época en el Colegio Natan Gesang

Hola, Daniel, Gracias a ti por la oportunidad. Te cuento que rápidamente tuvimos que acomodarnos y a aprender cómo seguir sosteniendo el aprendizaje de nuestros alumnos en esta Pandemia. Tuvimos que reprogramar el formato de los proyectos que teníamos pensado y organizado para el ciclo escolar del 2020. Hemos tenido que decidir qué seguir y qué dejar para otro momento.

En realidad el gran desafío ha sido transmitir identidad judía aún en aislamiento. Lo estamos logrando festejando los Shabatot y los Jaguim por zoom con alumnos y familias. Tenemos Shiurim con nuestro líder espiritual y con Morim de Israel que nos llenan de significado.

En realidad no ha sido una época fácil para nadie, sin embargo, el oír como los colegios en Iberoamérica han hecho todo lo posible para seguir educando a sus alumnos ha sido de gran inspiración ¿Qué has aprendido de esta situación?

A nivel general, destaco al Equipo directivo de la escuela, por su labor incondicional y su compromiso para afrontar esta nueva situación.monitoreando e identificando los nuevos indicadores que se van presentando.

En cuanto a mi rol específico, reafirmé saber que cuento con un Tzevet (equipo) que acompaña incondicionalmente y se acompaña entre sí. Javerot (Morot) que colaboran unas con otras compartiendo sus saberes y experiencias.

Por un lado, las Morot más jovencitas (novatas) aportan su creatividad a través de la tecnología y las Morot más expertas aportan sus conocimientos. Juntas logran una enseñanza de excelencia. El Tzevet de Estudios judaicos es maravilloso, comprometido con lo judaico.

¿Qué recomendarías a otros maestros o colegios para superar los obstáculos que esta situación les ha presentado?

Fundamentalmente el maestro debe ser flexible a los cambios y saber trabajar de manera colaborativa. Debe de tener dedicación (sé que todas las Morot de Natan Gesang están haciendo un esfuerzo mayor y es valorado enormemente) y tener empatía.

El maestro debe de tratar de entender a las familias en sus desbordes y a los alumnos y alumnas en sus necesidades. Con respecto a las herramientas que sí o sí deben tener, son las tecnológicas ya que las clases se realizan a través de plataformas virtuales y el uso del zoom.

No perder la amplitud en la visión y el tener humor, favorece enormemente el clima de trabajo.

Hablando de humor (y para cambiar a un tema más liviano) tienes una trayectoria de 40 años ¿cuál ha sido el momento más cómico de tu carrera?

Tengo una anécdota, entre muchas, que no olvidaré: Estaba en primer grado y estaba enseñando acerca de Pésaj y la salida de Mitzraim. De repente uno de los alumnos me preguntó:

¿Edith vos estuviste en Mitzraim (Egipto) con Moshé?

Al principio me quedé dura pensando cuan “grande” me veía el alumno creyendo que yo hubiera podido estar ahí, pero inmediatamente recuperé fuerzas, me animé y le pregunté:

¿Por qué me lo preguntás? Esperando una bomba de respuesta a la cual estaba solo “semi preparada” él me contestó:

Es que sabés tanto y lo contás con tanta emoción que me pareció que estabas ahí en ese momento”.

No sé si fue chistoso o tierno, pero lo recuerdo con mucha gracia. Cada vez que puedo y cuando llega Pésaj si entro a un grado se lo cuento a los Talmidim.

En verdad es una anécdota chistosa y muy tierna pero también muestra la pasión con la cual enseñas judaísmo. Creo que esta pasión es un ingrediente esencial de todo buen More ¿Qué otras características creen que debe de tener un buen More?

Estoy de acuerdo contigo, la esencia de ser docente es su pasión por la enseñanza. La esencia de una Mora es además la pasión que siente por transmitir los valores y la esencia del judaísmo.

Además de tener pasión, una buena Mora es la que motiva y sabe escuchar a sus alumnos. La que tienen una actitud positiva y logra entender las necesidades de sus alumnos. Una buena Mora debe ser flexible, humilde, responsable y debe capacitarse.

La que tiene claridad en los objetivos, sabe comunicar y confía en las potencialidades de sus alumnos. Crea las condiciones necesarias para que haya un entorno educativo favorable. La que transmite desde su corazón, llegando al corazón del alumno. Una buena Mora debe fomentar la pertenencia y la identidad en sus alumnos.

Hay una frase en hebreo que la llevo conmigo a través de toda mi trayectoria:

“Hadvarim haiotzim min halev, nijnasim la lev”

Las cosas que se emiten desde el corazón llegan al corazón”.

El tener pasión por enseñar no viene por sí solo, estoy seguro de que el entorno en el cual creciste tuvo una gran influencia en tu vocación como Mora ¿Cómo fue tu infancia? ¿Qué tipo de educación tuviste?

Nací en Avellaneda, pero viví toda mi infancia en San Martín que es provincia de Buenos Aires, Argentina. Mi familia era una familia típica de aquel entonces: papá, mamá, hermana y yo.

Mi infancia transcurrió en la escuela Tel Aviv N.º5 de Villa Lynch. Mi papá y mi tío fueron un eslabón importante en la creación de ese colegio.  Además, concurría a una escuela estatal. La huella que deja mi Shule en mi vida es indescriptible, está sellada a fuego en mi corazón y cada vez que alguien lo menciona, mi alma se expande y se llena de orgullo.

Mi Shule , fue un Shule que nació con los basamentos del conservadurismo y el sionismo gracias a Askanim comprometidos con la lucha de esos ideales.

En la secundaria fui a Rambam, una escuela nueva para esos momentos, integral (estudiaba todo el día) y con una educación avanzada.

Vivencie mucho en mi casa el valor de la entrega. Mi papá era Askán entregado al Shule en un 100 por ciento, moré de alma que tenía una historia muy particular, ya que fue sobreviviente de la Shoá. Mi abuelo paterno (que no conocí) fue director de una Ieshivá en Polonia, así que no fue una elección consciente estudiar para ser Mora, creo que lo traje en mi sangre, en mis genes.

No cabe duda que eso era lo que yo ansiaba desde pequeña cuando jugaba con mis muñecas a ser “Mora”.

Al terminar la secundaria, me fui unos cuantos meses a Israel, con un plan al kibutz “Manara”, y cuando regresé comencé a estudiar en Mijlelet Shazar (se caracterizaba por tener un plantel de excelencia con Morim israelíes) y ahí cursé para ser Mora de Estudios Judaicos.

Mientras estudiaba, comencé ya a trabajar como Mora. Primero como Mora suplente en otras dos escuelas, y a los 20 años tuve mi primera Kita en tercer grado de la escuela Natan Gesang, de donde nunca me fui. He cumplido 40 años en mi trayectoria de docente en la misma institución. Incursioné por todos los grados de la escuela, pero mi fuerte siempre fue ser Mora de los grados inferiores, especialmente primer grado que tuve durante mucho tiempo de mi vida y tantas satisfacciones me dieron.

Luego tomé el cargo en la Coordinación de Estudios Judaicos hace algunos años, siempre en Natan Gesang.

Es increíble pensar que tienes una trayectoria de 40 años en la misma institución. Estoy seguro de que has tenido muchos momentos satisfactorios ¿Cuál ha sido el momento más satisfactorio de tu carrera?

Uno de los momentos más satisfactorios de mi carrera fue cuando la Dirección de la escuela me eligió para un proyecto educativo de liderazgo en Educación Judía, y así poder  estudiar en la Universidad de Ierushalaim como parte del mismo.

Además de sentirme orgullosa, sentí que mi trayectoria no había sido en vano, que además del reconocimiento de las familias, de los Talmidim y Talmidot, también tenía el reconocimiento a mi labor profesional.

¿Cuáles han sido tus mayores retos?

Creo que mi mayor reto fue y es ser coordinadora de Estudios Judaicos. Ser Mora, estar con chicos, dar clases, crear es parte de mi esencia, lo que siempre soñé. El ser coordinadora no estaba en mis planes, solo comenzó a estarlo hace pocos años cuando me di cuenta de que era el momento de transmitir todo lo que tenía para dar desde otro lugar. Sigue siendo un reto y un desafío día a día. Ser un buen referente y acompañar a mis Morot, requiere un trabajo constante (al menos para mí). Trato de ser auténtica, confiable y coherente entre mi sentir y hacer y de entablar una comunicación afectiva y efectiva.

Para ti ¿cuál es el mayor reto que enfrenta la educación judía en Argentina?

Creo que el mayor desafío que tenemos en Argentina y en la diáspora en general, es continuar con el abordaje de una educación judía de calidad, comprometida y sólida en su transmisión y por sobre todas las cosas significativas, en donde Israel ocupa un lugar central.

También creo que debemos seguir con los canales de comunicación y ampliarlos. Debemos trabajar más en red con las diferentes comunidades.

Debo resaltar el trabajo que está llevando FEJA (Federación de escuelas judías Argentinas) en este sentido.

¿Después de una trayectoria de 40 años que te ha llenado de satisfacción recomendarías ser Mora?

Ser Mora es una vocación de entrega. Es querer transmitir amor por el judaísmo, por Israel y por nuestras tradiciones, es promover los valores milenarios. Es por esa razón que me es muy difícil pensar en “recomendar” a alguna persona que lo sea. Podría hablar con él/ella de mi experiencia, desde mi corazón y pasión.

Creo que la mejor recomendación es la que reciben nuestros alumnos cuando sus Morot enseñan, les transmiten ese amor por nuestro pueblo. La recomendación es invisible, un proceso que se va dando cada día y cuando llega la hora de decidir una profesión está el que elige ser moré/á seguramente atravesado por experiencias de su infancia y adolescencia que dejaron huellas en su camino (Muchas veces se les pregunta a los Morim por qué eligieron serlo y casi siempre aparece algún moré de la infancia o adolescencia que le tocó su corazón).

Claramente no es una decisión tan sencilla, ya que intervienen una multiplicidad de variables y factores que hacen elegir una profesión y no otra.

Si tuviese que darle un consejo a un docente que no conozco le diría: Que sea auténtico y confiable. A partir de la confianza y la empatía uno puede abrir los canales para crear un entorno de aprendizaje.

Este año el colegio Natan Gesang cumple 100 años, es uno de los primeros colegios judíos en Iberoamérica ¿Cuál es el secreto de este colegio? ¿Qué es lo que lo hace tan especial?

Una de las cosas que lo hace especial es que construye identidad y posibilita tender puentes entre el pasado, presente y futuro. El colegio resignifica constantemente nuestro sentido como pueblo. El mejor legado que les podemos transmitir a nuestros alumnos y alumnas es ser conocedores y orgullosos de las raíces de la cultura y de la historia y reconocer al Estado de Israel como el hogar nacional y espiritual de pueblo judío. A nivel vincular lo que hace especial al colegio es el trabajo en equipo.

Además, tenemos proyectos muy especiales en el colegio. Uno de ellos se llama “Lashon Hará lo Medaber Elai” el objetivo de este proyecto es desarrollar modelos de convivencia basados en valores.

El proyecto se implementa en todo el colegio (incluyendo el personal) pero está liderado por los alumnos de 5to grado. En una primera instancia los alumnos conocieron los conceptos básicos relacionados con Lashón Hará desde las fuentes de la Torá y el Talmud y de diferentes abordajes educativos. Los alumnos de 5to grados recibieron cada uno de ellos una pulsera con la inscripción “Lashón hará Lo Medaber Elai” (Lashon Hará – No me interesa) con el compromiso que al ser colocada evitarían hablar Lashon Hará.  Al cabo de unos días se entregaron las pulseras a las demás Kitot (clases). El compromiso era que cuando los niños veían a alguien hablando “Lashon Hará” los niños le mostraban la pulsera. Todos teníamos la pulsera puesta, alumnos, docentes y personal, inclusive las familias pedían pulseras.

Otro proyecto hermoso se llama “Mashkinei Shalom”, en este proyecto también participa todo el colegio, pero está liderado por los alumnos de 6to grado. Uno de los objetivos fue iniciar a los alumnos en el camino de la paz fomentar la educación en valores, desarrollar la cooperación, la comunicación, la tolerancia, la expresión positiva emocional y resolución de conflictos. Los alumnos de 6to grado se colocan una pechera y en los recreos monitorean junto a las Morot, distintas situaciones. En casos que lo ameritan los chicos intervienen. Antes de colocarse las pecheras, los niños realizaron todo un trabajo para saber cómo resolver conflictos.

¿Si tuvieses que pasar un año en una isla desierta con un personaje de la historia judía, con quien escogerías estar? ¿Por qué?

Pasaría ese año con Abraham Ioshua Heschell. Podríamos experienciar su filosofía de encontrar valor al “tiempo” por sobre el espacio. Darle significado a las “horas” para que no resulten vacías y darle sentido a los momentos especiales que nos tocaría vivir ese año en la isla.

¡Una oportunidad única! jajaja

Si pudieras vivir en Israel ¿dónde escogerías vivir?

Viviría en Ierushalaim, es mágica, encierra para mí la esencia judía.

Lo más bonito del judaísmo es…

¡Serlo!

¿Cuál es tu sueño?

Ver feliz a toda mi familia, hijas, nietas. Es lo que más anhelo.

¿Cuál es tu libro favorito?

 “El Shabat y el hombre moderno” de Abraham I. Heschel

¿Cuál es tu mayor miedo?

Sufrir

¿A quién te gustaría agradecer?

¡Qué difícil! Cada día que vivo, estoy eternamente agradecida a la vida que me da infinidad de posibilidades.

Agradecería a todos los “otros” que se cruzaron y cruzan en mi vida personal, familiar y laboral. Cada uno de ellos hace que sea lo que soy. Soy porque hay otro.

Y por supuesto le agradecería después de un año de compartir en la isla…a Abraham Ioshua Heschell, si pudo convivir conmigo!

¡El humor es parte fundamental de la vida!

 Edith te agradezco muchísimo por esta entrevista.

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