De la abogacía al salón de clases
En el Colegio Colombo Hebreo de Bogotá, siempre se está pensando en realizar nuevas actividades cada año lectivo. Así, cuando surge una nueva idea, lo que hace Roger Rosenthal, Director del Departamento de Estudios Judaicos de la institución, es consultar a una morá específica para saber si esa actividad va a funcionar.
Es verdad que la Morá a la cual consulta es una mujer muy dedicada, ama lo que hace y es como una mamá para los estudiantes, además es la única bogotana del Departamento Judaico, por lo cual siempre la consulta a ella y cuando le pregunta ¿Cómo sabes qué es lo que va a funcionar? Contesta con una simple frase: “Me conozco a mi gente”.
¡Esta morá tan especial es Jacqueline Szapiro Chalem y es nuestro honor nombrarla Morá del mes!
Jacqueline: muchas gracias por esta entrevista. Escuché que tienes una historia muy interesante de cómo llegaste a ser Morá. Antes que nada ¿Puedes contarme la historia?
Yo llegué a ser morá por esas casualidades del destino, que me gusta llamar “Diosidencias”. Hasta hace 10 años estaba trabajando como abogada en el sector público. En uno de esos días me llamó el Gran Rabino Alfredo Goldschmidt para ver si estaba interesada en asumir el cargo de docente, dar clases de historia judía y enseñar hebreo en el gan. (Hace varios años ya había reemplazado a alguien en el colegio pero no de pleno). Su llamada, que se convirtió en un llamado, me llevó a cuestionarme directamente sobre mi futuro, y con el decisivo apoyo de mi esposo, tomé la determinación de vincularme al CCH!
Me parece increíble que eras abogada y dejaste tu profesión para ser morá. ¿Qué impacto tuvo esto en tu vida?
Te quiero decir que en el momento que empecé a dar clases, mi vida dio un giro de 180° grados, pues como abogada en el sector público pude comprobar el enorme abismo entre la justicia legal y la justicia social, un abismo que me generaba mucha frustración y fue precisamente ese encuentro con los niños y jóvenes, lo me hizo entender que el camino para acortar esa brecha era la educación.
De igual modo, me causó una gran felicidad volver al colegio de mi infancia y tener la oportunidad de hacer de mi hobby -la historia-, mi trabajo. De hecho, a tal grado, ha sido mi pasión por la historia que tengo muy presente una imagen de mí sentada en el comedor de mi casa, haciendo un resumen de un libro de historia en plenas vacaciones, cuando tenía como trece años.
Dices que estabas feliz de regresar al colegio de tu infancia. ¿Recuerdas cuando comenzaste a estudiar en el colegio?
Claro que sí. Mi madre fue de la primera promoción de graduados del Colegio Colombo Hebreo de Bogotá y para ella era obvio que ese sería mi colegio también. Así que el día que me llevó a iniciar allí mis estudios, no podía contener la emoción cuando vio que estaba la misma profesora que le había enseñado a ella. Sin embargo, esa emoción compartida desapareció en mí prontamente al recibir de esta maestra un golpe certero en mi mano izquierda al no poder quedarme quieta en mi pupitre.
Es increíble cómo ese episodio se te quedó grabado a tal grado que inclusive te acuerdes en que mano te golpeó la maestra. Estoy seguro de que como Morá tienes mejores recuerdos que ese. ¿Puedes compartir un recuerdo de un momento chistoso que hayas tenido en el salón de clases?
Momentos chistosos que recuerde como Morá , serían muchos, ya que al poder compartir diariamente tanto con los niños del gan como de secundaria, siempre habrá una anécdota para contar. Empero, recuerdo una especialmente; en una clase de hebreo con los más pequeños, un niño de cuatro años le dijo a su compañero:
“Mi abuelito se murió y ahora está en el cielo”.
A lo cual su amigo le contestó literalmente:
“Entonces Di-s debe estar bien morido”.
Debo confesar que me quedé abrumada ante la originalidad de silogismo aristotélico en un niño de esa edad. Mi preocupación, consistió si dejar el tema así, o tratar de hacer una claridad al respecto. En mi calidad de docente me pareció que se había tocado algo importante, así que intenté hacer lo mejor para tratar de explicar los principios de atemporabilidad, incorporeidad y eternidad, (de los cuales trataba Maimónides sobre Di-s), pero referido a un chiquillo de esa edad. Creo que lo logré, pero ese fue sin duda, uno de los momentos más complejos que he experimentado en mi práctica.
No sabía que los alumnos del CCH eran tan filosóficos. Lo que sí escuche es que ellos quieren mucho a Medinat Israel y han logrado cambiar la manera en la cual miles de colombianos piensan acerca de Israel. ¿Podrías contarme acerca de eso?
Tienes toda la razón, es un colegio muy sionista y ellos sienten un gran amor y orgullo por Israel. En este sentido, y por iniciativa propia, empezaron con un proyecto especial hace 7 años.
En principio, se trataba de concentrar en los alumnos del último grado, las herramientas necesarias para enfrentar un posible escenario hostil en marcos universitarios y no judíos, así como también luchar contra la desinformación que existe sobre Israel y el Medio Oriente. Con el tiempo se convirtió en un proyecto de Hasbará propiamente dicho, en el cual los mismos estudiantes hacen una charla sobre Israel y el conflicto palestino en diferentes colegios de la ciudad. A lo largo de la conferencia son ellos mismos quienes despejan los interrogantes que se les presentan.
Podemos decir que a la fecha ya son más de 8000 personas que a través de este proyecto han podido tener una perspectiva diferente a la que manejan los medios de comunicación y por ende han cambiado la imagen negativa que tenían sobre Israel. Si no me equivoco este proyecto es único en América Latina.
¿Es increíble cómo ellos han generado un cambio tan grande. De dónde viene esta identidad judía y sionista tan fuerte?
Definitivamente de la educación judía que han recibido.
¿Cuándo tú estabas creciendo también tuviste una educación judía significativa?
Si, mi educación judía fue marcada por el CCH a través de las vivencias propias de cada festividad, y la vinculación desde muy pequeña al movimiento juvenil judío “Kineret Tenuat Noar” espacios que me marcaron definitivamente el ideal sionista, la capacidad de liderazgo y el trabajo comunitario.
Escuché que eres una persona que aprecia mucho la diversidad ¿Cómo llegaste a hacer así?
El entorno en el cual crecí influyó mucho en mí. Nací en un hogar tradicionalista con un marcado sentido comunitario y sionista. Mi padre fue médico ortopedista y llegó a ser vicepresidente de la comunidad. Era una persona sumamente culta e intelectual, reservada, amante de los libros y música clásica. Mi madre -15 años menor que el- escuchaba mariachis, le gustaba contar chistes, bailaba como trompo, y a la vez tenía una vocación de servicio social, en especial con adultos mayores y niños. Tal vez por esa misma sensibilidad que tenía, se dedicó en los últimos años a pintar obras artísticas llenas de luz y color.
De igual modo, mis abuelos paternos eran de Polonia y mis maternos de Egipto y Francia y ya desde pequeña captaba, las sutiles diferencias rituales, expresiones culinarias e idiomáticas. Así entre Beethoven y José Fernández, “guefilte fish” y “kibbe”, el carácter reservado de mi padre y la alegría de mi madre, logré construir una identidad con base en el respeto a la diferencia y la diversidad, lo cual me enriqueció mucho y caló profundamente en términos de la importancia del pluralismo desde el núcleo familiar, el entorno próximo y comunitario.
Llevas ya diez años como maestra y tienes mucha experiencia. En tu opinión ¿Cuáles son las tres reglas que no puede romper ningún maestro?
La primera relga
Es lograr mantener el delicado equilibrio entre la autoridad y la proximidad con los alumnos. Si bien es necesario engancharlos emocionalmente – para poder vincularlos afectiva y efectivamente con la materia – así mismo, es indispensable mantener una distancia adecuada entre el alumno y el profesor, entre la confianza y el respeto. Si no se logra mantener el equilibrio, se puede llegar a confundir al mismo estudiante en rol como tal, e igualmente, también resulta afectando al maestro en lo que respecta al liderazgo y manejo de grupo, elementos que constituyen parte indispensable en su desempeño como docente.
La segunda regla
Es tratar de llegar a identificar en cada alumno, su potencial y sus habilidades propias (ver teoría de inteligencias múltiples), lo cual ya había sido tratado magistralmente hace miles de años, en Mishlei cuando señala: “Educa al joven según su camino” (Mishlei 22:6). Por lo cual es indispensable identificar la manera de apreHender de cada estudiante, a efectos de poder ofrecerle las herramientas y estrategias adecuadas en todas las temáticas, pero especialmente en aquellos que se le dificultan, haciendo siempre especial énfasis en el esfuerzo y no tanto en resultado próximo.
La tercera regla
Es la apropiación de los valores. Estos deben constituirse en una prioridad en la vida diaria de los alumnos; considero que el respeto, la honestidad, la empatía, entre otros, deben primar frente a lo académico. No se puede dudar interrumpir una clase cuando falte alguno de estos, porque parte de la situación que estamos viviendo en nuestros países hoy en día, es contar con profesionales muy “idóneos” desde el campo académico, pero que no encuentran reparo alguno cuando se trata de vulnerar los derechos de los demás y el bien común, en áreas de su ambicioso e ilimitado bienestar personal, coadyuvando a la desigualdad social, atraso y corrupción de nuestra sociedad.
Por último, Jacqueline te quiero preguntar ¿A quién te gustaría agradecer?
A mí Morá de hebreo e historia hebrea durante mi paso por el colegio – Batía Mikler-, a mi madrij de la tnuá -Marcos Peckel- y muy especialmente al Gran Rabino Alfredo Goldschmidt; ellos marcaron mi vida en diferentes momentos y me permitieron encontrar mi verdadera vocación hasta llegar a ser sin duda alguna, lo que hoy soy.
No podía dejar de agradecer también al Colegio Colombo Hebreo, por todos los espacios de capacitación que permitieron profesionalizarme en la enseñanza de la historia, Israel y judaísmo contemporáneo, lo cual me ha permitido acercarme a los estudiantes desde una perspectiva mucho más transversal y acorde con el rol actual que debe desempeñar el maestro.
Jacqueline, te agradezco mucho, ha sido verdaderamente muy interesante.
La mora Jacqueline siempre apasionada por transmitir a los niños su compromiso de vida con el judaísmo, una persona que me ha permitido asomarse a su cultura y creencia de una manera amable y respetuosa.
Angela Duque