Por el Rabino Ilan Rubinstein
“Y será cuando entres a la tierra que el Eterno tu D-os te dio por heredad y la poseas y vivas en ella, que tomarás las primicias de todo fruto del suelo, que sacarás de la tierra que Él te dio, las pondrás en un cesto y con él irás al lugar que el Eterno escoja para establecer allí Su Nombre”
(Devarim 26:1,2).
Esta parashá comienza con la mitzvá de traer al Templo las primicias de los frutos que hubieran obtenido anualmente. Quien los traía debía expresar al Cohen su gratitud a D-os por la bendición obtenida.
Posteriormente la parashámenciona queMoshé dividió a las tribus para que se pararan en el Monte de Guerizim para bendecir al pueblo y las otras se pararan en el Monte de Eival para maldecir.
Cuando la Torá menciona dos temas, uno seguido del otro, no es casual, hay siempre alguna relación entre ambos.
¿En este caso qué relación tiene la ofrenda de las primicias, este acto de gratitud sublime, con la bendición y la maldición que tenían que ser mencionadas en sus respectivos montes?
En los años noventas, el magnate inmobiliario Donald Trump, entró en una profunda crisis económica. Los tribunales que trataron su caso resolvieron no mandarlo a la bancarrota pero le pidieron una reestructuración. Entre ellas figuraba una limitación muy difícil para un hombre como él, se le pidió que no gastara más de 50,000 dólares por mes para sus consumos personales.
Si los sucesos que nos ocurren en nuestra vida son una bendición o una maldición depende del nivel de gratitud que tenemos. La gratitud es la base y los lentes con los que percibimos e interpretamos la realidad. La bendición o maldición son conceptos subjetivos que dependen de la conciencia de gratitud.
Seguramente para unmultimillonario como Donald Trump, que no le dejen gastar más de 50,000 dólares fue una maldición pero cuántos de nosotros desearíamos que ese fuera nuestro problema.
Si aprendemos a tener gratitud con D-os, seguramente nuestra carga se alivianará y nos sentiremos bendecidos en todo momento.
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