Por: Dr. Yitzhak Calafi, La visión histórica de la Parasha
En este sensacional artículo el Dr. Calafi trata de la dignificación del trabajo manual en el judaísmo, motor de avance tecnológico y social mundial. Algunos lo encontrarán espectacular otros controversial, pero nadie puede quedar pasivo. ¿Y tu, qué opinas? Deja tu comentario y comparte con tus amigos.
División social del trabajo
Desde los albores de la humanidad los seres humanos han necesitado trabajar para sustentarse, alimentarse, abrigarse y protegerse. Ya desde la prehistoria se ha producido la especialización en el trabajo y la cooperación de las fuerzas laborales con el objetivo de mejorar la eficiencia.
Se dio un paso agigantado en la revolución neolítica con el descubrimiento del fuego, la rueda, la invención de la escritura, la domesticación de animales y plantas autóctonas, lo que generará la primera transformación radical de la vida de la humanidad que pasará de ser nómada a sedentaria y de economía recolectora (caza, pesca y recolección) a productora (agricultura y ganadería).
Este cambio facilitará un acelerado avance tecnológico y cultural, a la vez que una acumulación de conocimiento parejo a la profundización de la división social del trabajo hasta llegar al desarrollo del capitalismo, la revolución industrial y las actuales sociedades postindustriales.
El primer lugar del mundo en el que apareció la revolución neolítica será en el sur del País de los dos Ríos, en las zonas inundadas del Tigris y del Éufrates, en las ciudades-templo del Sumer, donde se inventará la rueda, el torno del alfarero, el carro, el sistema de cálculo y la escritura jeroglífica, después la cuneiforme y finalmente la silábica. Posteriormente surgirá en el valle de del Nilo, apareciendo la irrigación artificial, la planificación y organización, la administración centralizada y la formación del Estado. Más tarde la tercera gran cultura prehistórica se dará en el valle del Indo y posteriormente en el valle Huangho del Río Amarillo.
Las pruebas arqueológicas más antiguas de neolitización son los yacimientos situados en Jericó –Eretz Israel- y Çatal Hüyük –Asia Menor-. Los agricultores y ganaderos sedentarios crearán culturas y en ellas aparecerá la propiedad privada y el afán de posesión de tierras y las guerras por tierras, animales, mujeres, y surgirá la esclavitud.
Todas las sociedades humanas han estado estructuradas por la tríada jerárquica rey-sacerdote-guerrero, o sacerdote-guerrero-labrador. El rey-sacerdote era el intercesor entre las potencias cósmicas y los humanos. Todas excepto Am Israel.
Desvalorización del trabajo manual
Pare entender mejor y con más profundidad la visión del judaísmo acerca del trabajo, sugerimos no seguir la lectura sin antes leer el fantástico artículo “La desvalorización del trabajo en oriente y occidente”. En el cual el Dr. Calafi hace un resumen de la visión despreciativa del trabajo en las distintas sociedades desde el antiguo Egipto hasta el cristianismo y protestantismo en principios del siglo XX.
Además, el Dr. Calafi explica como el odio hacia el pueblo judío en Europa se alimentó, también, de la discrepancia entre la visión judía y la cristiana del trabajo. ¡Imperdible!
Concepto del trabajo en general y estatus del trabajo manual en el judaísmo
En el judaísmo no hay intercesor entre D-s y los hombres, no hay más que la Ley y los ritos que la cumplen, y el profeta recordará a los humanos en general y a los judíos en particular el respeto de Su Ley. Am Israel tiene que ser sacerdote: “Seréis para Mí un reino de sacerdotes y un pueblo santo” [Shemot 19:6]. En el judaísmo, la sede de la soberanía no se encuentra ni en el Cohen HaGadol, ni en el conjunto de los cohanim, ni en el monarca, ni radica en ninguna elite de la nación o en el pueblo en su conjunto.
La soberanía radica en D-s que es el Legislador y sólo el pueblo es su intérprete sobre la tierra, ése es el ideal judío: “D-s es D-s y Rey, y el pueblo es su profeta”. La soberanía corresponde al Eterno, y no a los sacerdotes ni reyes, y es ejercida por la nación, cuyos delegados son magistrados de todos los órdenes en pie de igualdad con los sacerdotes y el propio rey. Cualquiera podía aspirar a las supremas dignidades del Estado. El ejemplo paradigmático es el pastor David que accede al trono.
Lo primero que hizo el Eterno al crear la Creación, valga la redundancia, relata la Torá, es hablar: “Y dijo D-s: “haya luz” y hubo luz” [Bereshit 1:3]. También es descrita la Creación como trabajo manual: “Cuando contemplo Tus cielos, la obra de Tus dedos, …” [Tehilim 8:4]. El trabajo manual tiene el mismo nivel que el intelectual.
El trabajo (manual e intelectual) en el judaísmo no sólo es necesario y un deber de cada hombre sino que es totalmente digno. El ser humano tiene que imitar a D-s, y obviamente nadie hay por encima de Él: El trabajo manual y el intelectual adquieren el máximo honor en el judaísmo. D-s mismo trabajó seis días y el séptimo descansó y es por este motivo que el hombre tiene que trabajar seis días y santificar el Shabat. [Shemot 20:9-11 y Devarim 5:12-14].
Todo individuo de Am Israel tiene la obligación de trabajar manual e intelectualmente. Nuestros Patriarcas, como seres humanos individuales, y tenidos como prototipos para el judaísmo, así como todos los doce hijos de Yaacob trabajaron como ganaderos (trabajo manual) y estudiaron la Torá (trabajo intelectual). Moshé trabajó como vice Faraón en Egipto y como pastor en Midian.
Los cohanim y leviím tenían la responsabilidad de trabajar intelectualmente –como maestros y jueces- y manualmente en el servicio del Templo, y todo Israel también estaba obligado a estudiar la Torá (trabajo intelectual) y trabajar (manualmente) en la agro ganadería, comercio, artesanía, y todo tipo de trabajo manual. El máximo exponente de la realeza de Israel, David, fue pastor antes de ser rey. Muchos rabinos y gigantes de la Torá han tenido profesiones manuales.
Nuestros textos sagrados ordenan trabajar y ensalzan el trabajo intelectual y manual: Shemayá que recibió la tradición de grandes sabios de Israel acostumbraba a decir: Ama el trabajo, odia el dominio y no busques intimidad con el gobierno. [Pirké Avot 1:10]. Shamay decía: Fija un tiempo regular para el estudio de la Torá [Pirké Avot 1:15]. El trabajo manual – ordenado por Shemayá – como el intelectual – ordenado por Shamay – son de carácter obligatorios para todo judío. Rabí Gamliel, hijo de Rabí Juddá Hanasí (el Príncipe) solía decir: Bueno es estudiar la Torá y tener un trabajo material, porque el esfuerzo que ambas cosas exigen, hacen sacar de la mente el pecado. Y todo estudio de la Torá que no vaya acompañada de una ocupación material, no subsiste y lleva al pecado. … [Pirké Avot 2:2].
El estudio de la Torá y del conocimiento humano en general, así como el trabajo manual está indicado por nuestros sabios: Rabí Elazar decía: Sé asiduo para estudiar la Torá. Sabe que contestación darás a un epicúreo (herético). Sabe también ante Quien trabajas, Quién es el Patrón de tus obras. [Pirké Avot 2:19]. El estudio intelectual de la Torá es considerado trabajo, obra: Rabí Tarfón decía: No estás supuesto a terminar la obra (el estudio de la Torá), pero tampoco estás libre de abandonarla;… [Pirké Avot 2:21]. Donde no hay harina (alimento) no hay Torá y donde no hay Torá, no hay harina [Pirké Avot 3:21] para tener éxito tanto el trabajo intelectual y estudio de la Torá como el trabajo manual son necesarios.
El trabajo manual tiene que ser totalmente honesto y realizado para Kidush HaShem, santificación del nombre de Eterno. Está escrito en el libro “Pele Ioez” [5] sobre el tema “Parnasá” (sustento): “Es sabida la discusión en el Talmud Berajot 35 entre Ribi Shimhon ben Iojai -que sostiene que la persona debe estudiar Torá en forma continua y su trabajo será realizado por otros- con Ribi Ishmael que opina que se debe estudiar y trabajar a la vez. Los comentaristas del Talmud opinan que ambos criterios son correctos: aquellos que se comportan con Jasidut les llega su sustento en forma milagrosa y con un pequeño trabajo reciben la Berajá de Hashem. El resto del pueblo recibe de Hashem en forma normal, con su trabajo. Pero por más que la situación sea difícil no se deben perder las Tefilot con Sibur (Shajarit, Minjá y Arbit), se deben fijar tiempos diarios de estudio de Torá …. y sobre él, Hashem depositará su Berajá. Pero en Shabat, en Iom Tob, en Jol Hamoed y en cada momento libre no debe desaprovechar el tiempo sino que debe ocuparse del estudio de la Torá.
En sus actos diarios debe comerciar con honestidad, cuidarse de cualquier transgresión y realizarlos en nombre de Hashem y decir todos los días: “voy a trabajar, confío en que Hashem me dará la fuerza necesaria para poder conseguir mi sustento para mí y para mi familia en forma honrosa para poder dar Tzedaká, hacer favores al prójimo y poder cumplir los preceptos de mi Creador como corresponde. Ayúdanos Di-s de nuestra salvación por la honra de Tu nombre …. haz con nosotros tzedaká y favor por Tu nombre grande. Amen”.
Entre la máxima dignidad religiosa, los profetas de Israel, de los 48 profetas y 7 profetisas de Israel de acuerdo al computo de Rashi, [Megillah 14a] algunos de ellos ejercían profesiones manuales, como Amos fue pastor y productor de higos en Técoa [Amos 1:1] y Elisha fue pastor-agricultor en Avel Mejolá [1 Melajim, 19:19] [1]
Nadie, ni siquiera los rabinos o los jueces, tiene derecho a vivir sin trabajar. Vivir de la caridad sólo es el recurso extremo. Trabajar con sus manos es el primer deber de un judío, cualquiera sea el tiempo que pase estudiando, orando, juzgando o enseñando. El Talmud cita innumerables ejemplos de maestros, en Judea o en Babilonia, que se ganaban la vida con un trabajo manual: Yohanán ben Zakai era zapatero remendón, rabí Yehudá Ha-Nasí (el Príncipe) era panadero, rav Houna, labriego; rabí Isaac, herrero, rav Aba Arika – fundador de la escuela de Sura – era un trabajador manual y afirmaba que “hasta la lectura de la Torá – salvo en el momento de las oraciones – viene después del trabajo”.
Civilización, pero ¿hacia donde?
Y dijo el Eterno: “He aquí un pueblo y una lengua para todos ellos. Esto ya lo han empezado a hacer (la ciudad y la torre de Bavel). ¿Acaso nada les impedirá hacer cualquier cosa que proyecten? [Bereshit 11:6]. La ciudad y la torre de Bavel simbolizan una civilización avanzada tecnológicamente en su tiempo, pero sin Torá. El judaísmo y su influencia en las otras naciones y culturas ha permitido el descomunalmente el avance económico, social y tecnológico en la humanidad, pero sin Torá caemos en la idolatría del consumo y del hedonismo. Sin Torá la tecnología no mejora la calidad de vida del ser humano, pues cada individuo de la tierra necesita harina y Torá –valores éticos-. El abandono de la ética vuelve al hombre esclavo de vanidades, como Shlomo HaMelej dice: Vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué beneficio obtiene el hombre de toda su labor en que se afana bajo el sol? [Kohelet 1:2-3]
Sin Torá es totalmente posible la tecnología como lo fue en la época de la torre de Bavel, durante diferentes regimenes y el mismo nazismo. Las principales civilizaciones de la antigüedad y otras de fechas cercanas ocuparon el escenario de la historia, luego se sumergieron en las tinieblas de la decadencia y el ocaso, hasta su total extinción. Es gracias a la Torá que nos fue legada, que hicimos descender el cielo sobre la tierra, estableciendo la unión entre ambos dominios, mediante el cumplimiento de los principios y líneas de conducta divinas en la tierra. [2]
El judaísmo da un enfoque espiritual a este avance material científico-tecnológico siempre que vaya unido a la Torá, con el fin del Tikum Olam, “reparar el mundo”, aplicar la justicia social con el objetivo de ayudar al prójimo y cumplir el mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo.
Para reparar el mundo, como para reparar el cuerpo humano, es necesario tener conocimientos y tecnología, cuanto más elevados mejor, y trabajar en ello intelectualmente y manualmente, como el médico y cirujano que trabaja intelectual y manualmente sobre el cuerpo al que se precisa tratar. Todo esto lo hemos de hacer con toda nuestra fuerza, porque no hay obra ni empresa, ni conocimiento, ni sabiduría en la tumba a la que nos dirigimos. [Kohelet 9:10]
Habiendo sido todo escuchado, he aquí la conclusión del asunto: Teme a D-s y cumple Sus mandamientos, porque en eso está el hombre íntegro. Por cuanto D-s traerá a juicio toda obra, toda cosa encubierta, ya sea buena o mala. [Kohelet 12:13-14].
Amén veAmén
NOTAS
[1] http://en.wikipedia.org/wiki/Prophets_in_Judaism
Muy bueno. Excelente!
Cuando hice mi maestría en Finanzas Publicas comprendí que los economistas y todos aquellos que complican la existencia con gráficas y números eliminarían la pobreza aplicando la Tora, es obvio que nunca pasara de moda y con toda y tecnología el hombre sigue siendo el hombre. Muy bonita reseña histórica