Mejor prevenir que lamentar

 

Por: Dr. Yitzhak Calafi, La visión histórica de la Parasha

Cuando edificares una casa nueva circundarás tu terrado con un pretil o vallado, para que ningún hombre pueda caerse de allí, haciendo recaer la sangre sobre tu casa.  [Devarim 22:8]

El pretil o baranda en la terraza tiene la función de evitar que en caso de descuido, negligencia o imprudencia alguien se caiga.

En Talmud Bavli Ketubbot 41 b se entiende como “cualquier cosa que pueda dañar, como por ejemplo un perro malo o una escalera deficiente”. El sentido de esta mitzvá es que el propietario de la casa debe ser consciente de “aquellos daños provocados por causales domésticos”.  Nuestros jajamim han escrito extensamente sobre esta mitzvá, la 538 según el cómputo de Rashí, en todos los casos de peligro imputables al propietario del edificio, de la obra y por extensión de cualquier edificación, o producto elaborado que pueda poner en peligro la vida de la persona sin las suficientes garantías de seguridad para la integridad de la persona. Esta mitzvá marcará un hito en la historia del trabajo en la humanidad al ordenar legal y éticamente la prevención de riesgos en el trabajo –para el trabajador- y en el usuario.

La relación entre enfermedades y distintas actividades profesionales y la siniestralidad laboral ya era conocida en la Antigüedad. En Grecia: Hipócrates (siglo IV antes EC) estudió los efectos nocivos del plomo en los mineros de la galena por ejemplo, de manera que a lo largo de los siglos distintos estudiosos de la Medicina fueron documentando ese tipo de relaciones causales entre diferentes trabajos y enfermedades específicas. Publicándose en el Renacimiento tardío italiano el ensayo De Morbis Artificum Diatriba (1700) de Bernardo Ramazzini, donde se describen decenas de enfermedades profesionales (de distintos oficios) es considerado el documento fundacional de la actual disciplina denominada Higiene Industrial.

Todo ese conjunto de conocimientos no tendrá consecuencias prácticas de protección de los trabajadores hasta bien finales el siglo XIX, cuando el recrudecimiento de las condiciones de trabajo de grandes masas de mano de obra fruto de la Revolución Industrial, obliga a los estados-nación presionados por los movimientos y organizaciones obreras y sindicales a establecer tímidamente normas protectoras. Como por ejemplo, las que regulaban el trabajo de los niños en las industrias manufactureras y minería.

En las minas de la época romana, por ejemplo, los mineros – todos ellos esclavos – raramente vivían más de 30 años. Solían morir entre los 15 y los 20 años. Los esclavos mineros no llevaban casco, era caro, pero si que lo portaban los gladiadores y soldados. Moría un minero, se enviaba otro esclavo a la mina. Hasta comienzos del siglo XX, los avances han sido muy lentos. Ni con la Revolución Industrial, que conllevaba una nueva forma de producción basada en la fábrica, mejoraba la salud de los trabajadores.

 

Toda obra tiene, y tenía, un coste. el del terreno, añadiéndose el de los materiales – piedra, maderos, cuerdas, brea, hierro, bronce, etc. – agregándosele el de la mano de obra, los capataces y el de los obreros. Estos eran generalmente esclavos o extranjeros. Los esclavos se adquirían por muy bajo precio en momentos de expansión imperial. en caso de fallecimiento por accidente laboral se reponían aquellos con nuevos esclavos que los imperios iban capturando. No se tenía en cuenta su vida, siendo más rentable adquirir nuevos esclavos y obreros que invertir en prevención para evitar siniestros. La vida de los esclavos, de los obreros, y del ser humano en general, no tenía gran valor.

 

Las obras de gran envergadura que el ser humano ha construido en todas las épocas imperiales, como la Gran Muralla China, o las Pirámides y las grandes obras hidráulicas, minas de plata, oro de los Imperios Egipcio, Romano, Heleno, Medo-Persa, Asirio, Babilónico, etc., han segado muchas vidas, muchas de ellas que podían haberse evitado si se hubiera seguido este precepto de la Torá.

La Torá exige que se tenga en cuenta la prevención del riesgo laboral y del usuario, sin distinción de credo, grupo étnico, clase social, género, pues ella [la Torá] considera que la vida humana es lo más sagrado por lo que se tiene que evitar que en caso de descuido, negligencia o imprudencia se pierdan vidas humanas.  La Torá ordena amar al prójimo como a uno mismo, por lo que exige al productor y propietario en su trabajo el máximo de responsabilidad en la prevención de accidentes pues es corresponsable moral en caso de accidente imputable a insuficientes medidas de seguridad.

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Desgraciadamente cuando hay un desastre es cuando normalmente se propone o busca solución al problema, -y también a veces ni eso. Pero prevenir, como exige la Torá, es lo que nos da la clave para evitar los problemas. Es el caso del reciente accidente ferroviario del 24 de julio de 2013 en España, en el que se ahorró dinero en seguridad [1] o los recientes (accidentes ferroviarios) de Argentina ante los que una diputada declaró “Ojalá los argentinos podamos comprender de una vez por todas que la corrupción y la impunidad matan”. [La tragedia] es el resultado de la corrupción de los gobernantes que apañan empresarios inescrupulosos y de jueces que no investigan ni condenan delitos públicos ni privados.” [2].

 

En países emergentes como China o India, la siniestralidad y mortalidad laboral es elevadísima. Wang Dexue, subdirector de la Administración Estatal de Seguridad Laboral destacó que la seguridad laboral todavía es un problema importante en China, ya que son frecuentes los accidentes industriales provocados por la negligencia de los inspectores locales de seguridad laboral, especialmente en el sector de la minería del país. [3]

La Torá es altamente revolucionaria pues no hace ninguna distinción en la mitzvá de prevención de riesgos laborales entre seres humanos ni en territorios. Esta mitzvá (538) es de obligado cumplimiento en cualquier país en el que un ser humano edifique, fabrique o produzca. Después de milenios de sufrir mortandad laboral, muchas veces evitable, gracias a la toma de conciencia y  a la lucha sindical de organizaciones obreras en Occidente se ha avanzado sobre la prevención, aunque la mayoría de estas organizaciones y trabajadores prescinden de dicha conciencia, o miran a otro lado, cuando estas empresas trabajan en el mundo subdesarrollado sin las más mínimas medidas de seguridad. La Torá exige que tomemos medidas de seguridad y de prevención no sólo para unas personas determinadas, sino para todos los seres humanos sin distinción.

 

La preocupación por las condiciones laborales y por las del usuario han sido eminentemente judías. Práctica común de muchos judíos, también de aquellos que habían abandonado la Torá, pero influidos por su mensaje ético fueron dirigentes de organizaciones revolucionarias que tenían inicial y teóricamente como objetivo mejorar las condiciones de trabajo y la prevención de accidentes laborales. Pero estos movimientos revolucionarios sin la Torá, quedaron vacíos de contenido ético y totalmente estériles.

 

Las mitzvot de la Torá nos muestran el camino a Am Israel para ser la  luz entre las naciones.

 

NOTAS
[1] El sindicato de maquinistas: “Otro sistema de frenado del tren habría evitado la tragedia
http://www.20minutos.es/noticia/1880262/0/tragedia/causas/secretario-transportes-ugt/
http://es.wikipedia.org/wiki/Accidente_ferroviario_de_Santiago_de_Compostela_de_2013[2] http://internacional.elpais.com/internacional/2012/02/23/actualidad/1330027543_460742.html
http://sipse.com/mundo/el-accidente-que-evidencio-la-corrupcion-en-argentina-17117.html[3] http://espanol.cri.cn/782/2013/07/30/1s285359.htm

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