Ree: Por lo menos escucha

Parashat Reeh, por el Rab Ilan Rubinstein

“Mira que hoy pongo ante ustedes la bendición y la maldición. La bendición si escucharán los preceptos del Eterno vuestro D-os que yo les ordeno hoy. Y la maldición si no escucharán los preceptos de D-os y se apartarán del camino que les ordeno hoy para ir detrás de otros dioses que no conocen” (Devarim 11:26-28).

Esta parashá comienza con la elección que D-os pone delante de nosotros. Es extraño que la Torá diga “si escucharán” debería decir “si cumplirán” escuchar es algo pasivo mientras que hacer es prueba de la fidelidad a D-os. Creo yo que la Torá tiene un gran mensaje para enseñarnos, especialmente a nuestra generación. No cabe duda que el cumplimiento es un nivel muy importante de esta relación con D-os, sin embargo, pareciera insinuarnos D-os, que en determinadas circunstancias, el solo hecho de escuchar es merecedor de la bendición.

La universidad de Tel Aviv había organizado un seminario de valores judíos. En el auditorio se encontraba un Rabino hablando de los valores éticos que el judaísmo había heredado a la civilización occidental moderna. Su disertación comenzó con la entrega de la Torá en el Monte de Sinaí y continuó con la explicación de los 10 mandamientos. A los pocos minutos los presentes comenzaron a retirarse. Uno a uno, con pocos segundos de diferencia, iba saliendo. Cuando faltaban diez minutos para el final de la conferencia, sólo quedaba un solo oyente, quien permaneció sentado en la segunda fila hasta el final de la conferencia. El Rabino estaba muy desilusionado pero terminó su disertación por respeto al único oyente que quedaba. En ese momento se bajó del podio, se acercó a él y le dijo: –Le agradezco mucho que me haya escuchado hasta el final, todos se fueron, menos usted. Me gustaría saber qué es lo que lo llevó a permanecer sentado aquí. El hombre, mostrándole la carpeta que traía bajo el brazo, le contestó: –Yo soy el próximo conferencista.

En nuestra generación el peor problema no es la falta de cumplimiento del judaísmo, el peor flagelo es la falta de interés por el mismo, que ni siquiera el judío esté dispuesto a escuchar, que no le interese asistir a un templo, que si lo invitan a una clase de judaísmo diga que no tiene nada que hacer allí, que haya perdido el orgullo de su identidad o en definitiva haya perdido la identidad. A esto nos dice D-os, estoy dispuesto a darles bendición aunque más no sea si van a escuchar de qué se trata la Torá, si va a haber un mínimo interés por todo lo que el judaísmo representa. Cuántas veces he escuchado a jóvenes decir: “Son nuevos tiempos, los valores han cambiado”, no me canso de repetirles: “Los tiempos cambian, los valores verdaderos permanecen inmutables”. Es tiempo de regresar a nuestros valores, de reeducar a nuestros hijos para que sientan orgullo de lo que son, por lo menos para que estén interesados en conocer su herencia. No nos privemos y no privemos a nuestros hijos de esto.

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