Por Uriel Edery
Luego de catorce largos años de trabajo, nuestro patriarca Yaakov finalmente parece tener la posibilidad de desarrollar su familia y así llevar a cabo las promesas Divinas que fueron hechas tanto a Abraham e Itzjak como a él mismo. Sin embargo, la Torá nos relata que a diferencia de Leáh, su amada Rajel no podía tener hijos. Dada esta situación, Rajel le transmite a Yaakov sus más profundos sentimientos: “Dijo ella a Yaakov: ¡Dame hijos pues si no, muerta estoy yo!“. Este pedido de Rajel produce en Yaakov una dura reacción: “Encendióse el furor de Yaakov contra Rajel y dijo: ¿Acaso en lugar de Elohim que ha vedado de tí fruto de vientre, estoy yo?“.
A simple vista, parecería que la razón estaba con Yaakov: él no es directamente responsable por la situación de Rajel, vemos que con Leáh él sí tenía hijos así que el problema no estaba en él. Empero, nuestros sabios en el Midrash no ven con buenos ojos la forma en la que Yaakov reacciona: “Le dijo Hakadosh Baruj Hu (a Yaakov) acaso es ésta la forma en la que se le responde al que está angustiado?“. Para poder entender de forma profunda las palabras del Midrash me remitiré a un famoso cuento jasídico.
El Rav Yehudá Amital, de bendita memoria, solía contar en reiteradas oportunidades un cuento Jasídico acerca de de Rabí Moshe de Kobrin. Él, de vez en cuando, visitaba diferentes Tzadikim para aprender de ellos como servir mejor a D”s. Cierto viernes llegó a la ciudad en la cual vivía Rabí Israel de Apta para poder ver cómo conmemoraba Rabí Israel el Shabat. Cuando todo estaba pronto para el comienzo de Shabat, Rabi Israel se dirigió hacia la sinagoga y se sentó a cantar Shir Hashirim con gran entusiasmo y santidad. Rabí Moshé estaba sentado detrás de él, fuertemente impresionado por lo que estaba presenciando, cuando de repente se abrieron las puertas de la sinagoga y entró un campesino gritando “Rebe! mi vaca! mi vaca!”.
Rabí Israel interrumpió inmediatamente la lectura de Shir Hashirim y le preguntó al campesiono cuál era el problema, ante lo cual el campesiono le contó que la única vaca que él poseía debía dar a luz pero ella estaba teniendo problemas con el parto y en el caso que algo saliera mal y la vaca muriese él perdería su única fuente de sustento. El Rebe lo calmó y lo derivó a un veterinario que conocía junto con una cálida Berajá para que todo salga bien. Rabí Moshé de Kobrin, que había presenciado todo lo que acababa de acontecer, quedó realmente perturbado ante lo que vieron sus ojos.
Si bien es cierto que es muy importante acercar a todo judío a D”s, también sabemos la santidad que poseen los textos bíblicos en general y en especial Shir Hashirim, por lo tanto cabe preguntarse cómo pudo haber interrumpido Rabí Israel tal éxtasis espiritual por los problemas de una vaca?! Rabí Moshé esperó a que culminara la cena de Shabbat para preguntarle a Rabí Israel: “acaso no hay límites para los esfuerzos que se deben realizar para el relacionamiento con judíos de “mente simple”?”
El Rebe le respondió: “acaso escuchaste el grito desesperado de aquel Iehudí?” “ciertamente”, respondió Rabí Moshé. “Él gritó: la vaca! la vaca!”. ante esta respuesta el Rebe le dijo: “entonces no escuchaste correctamente… él estaba diciendo: “Rebe, yo no soy nada, por favor acérqueme a Usted…”
Puede ser que éstas no fueron las palabras pronunciadas por el campesino, pero éste fue el mensaje que estaba escondido en lo profundo de sus palabras. Éste “Iehudí Pashut” buscaba la proximidad del Rebe pero sobre qué tema podría hablar con él? Talmud?! Halajá?! Parashat Hashvúa?! Estamos hablando de un simple campesino! La única posibilidad que encontró para conectarse con el Rebe fue por medio de sus necesidades diarias. Sus palabras contenían un mensaje más profundo que el simple significado de lo pronunciado.
Nos enseña el gran Maestro Rabí Iehudá Amital que éste es uno de los mensajes que se desprenden de nuestra parashá. El Iehudí debe desarrollar la sensibilidad necesaria para poder reconocer esos mensajes que son transmitidos más allá de las palabras pronunciadas. Cuando Rajel le plantea a Yaakov sus sentimientos, no le estaba pidiendo solamente una solución técnica para solucionarnos, sini que ella estaba buscando algo más. Si analizamos solamente las palabras pronunciadas, claramente Yaakov tiene la razón.
Sin embargo, Hashem lo reprende por el modo en el que respondió, ya que debería haber tenido la sensibilidad necesaria para identificar el grito de ayuda que se escondía tras esas pocas palabras. Rajel transmitía con esas palabras el sufrimiento de una larga infertilidad sumada al hecho que su hermana ya tenía hijos con él. Por lo tanto era de esperar de Yaakov que la respuesta fuera paciente y contenedora y no llena de cólera.
Humildemente creo que nuestra Parashá nos obliga a realizar un análisis introspectivo y preguntarnos: ¿Al escuchar a nuestro prógimo, tenemos la sensibilidad de captar el verdadero mensaje que se está intentando transmitir o nos quedamos simplemente con las palabras pronunciadas?
Shabat shalom umeboraj
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